Hace algunos años vi un documental protagonizado por la actriz de origen peruano Q orianka Kilcher (“Pocahontas”) quien denunciaba con irrefutables imágenes el atropello y abuso que sufrían las comunidades nativas de la selva por la irresponsable extracción petrolera de algunas empresas. Sin ninguna consideración las compañías OXY y Pluspetrol derramaban sus residuos en algunos caños naturales trayendo como consecuencia la desaparición de algunas especies marinas que servían de alimento para los nativos, además de la contaminación de las aguas que ante su inevitable consumo, muchos niños sufrían malformaciones en la piel. Lo increíble es que el Gobierno (Toledo, en ese entonces), no sé si por temor a la multinacional o por indiferencia a las poblaciones indígenas, no hizo nada por remediar esta situación obligando a las comunidades a recurrir, y eso tenía como objetivo el documental patrocinado por una ONG ambientalista, a los tribunales norteamericanos (ya que las empresas eran de ese país) para encontrar justicia.
Ante esto, es lógico pensar que las comunidades amazónicas desconfíen del argumento de que la inversión y la explotación de recursos naturales significan una fuente de desarrollo y riqueza porque parece que el gobierno tiende más a proteger a una multinacional poderosa que a sus propios ciudadanos.
Ante esto, es lógico pensar que las comunidades amazónicas desconfíen del argumento de que la inversión y la explotación de recursos naturales significan una fuente de desarrollo y riqueza porque parece que el gobierno tiende más a proteger a una multinacional poderosa que a sus propios ciudadanos.
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