A propósito de las últimas reuniones que se llevaron a cabo en el colegio, donde se hace evidente la confluencia de tres grupos, los criticones (los que siempre cuestionan a los directivos, con quienes me identifico), los defensores (aquellos que se rasgan las vestiduras por los directivos que son criticados) y los indiferentes (los que piensan que su deber es sólo trabajar y no meterse en líos) me parece prudente retomar esta tira que alude al narcisismo de los colegas que ocupan puestos privilegiados en el colegio.
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