Totalmente indignante fue el pretexto que utilizó una jueza para soltar a un individuo que había quemado con agua caliente el rostro de su mujer. De no ser por la presión de los medios la jueza habría permanecido, como se dice, en sus trece.
Con razón muchas personas, cansadas de este tipo de resoluciones que dejan desamparadas a las víctimas de delincuentes, optan por resolver la justicia con sus propia manos. No es justificable pero se entiende.
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